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El informe publicado por la Oficina Europea de Patentes (OEP), que mide el porcentaje de empresas en la cartera de un inversor que han presentado solicitudes de patentes, pone en evidencia una de las mayores debilidades estructurales del ecosistema de inversión en tecnología: su excesiva dependencia de la financiación pública y la falta de capital privado en las etapas avanzadas del desarrollo de startups.
Lo más alarmante, desde una perspectiva de política económica, es la pérdida proyectada de 1,6 millones de empleos a nivel global debido a la desaceleración económica, un fenómeno que podría agravar las desigualdades laborales entre regiones y que unido al aumento del costo de vida, denota una clara interrelación entre las dinámicas macroeconómicas y las decisiones microeconómicas empresariales.
El desplome de un billón de dólares en valor bursátil, comparable al 60% del PIB español, revela no solo la magnitud del daño económico, sino también la rapidez con la que la innovación tecnológica puede redefinir las expectativas del mercado.
La disminución del atractivo de la renta fija no es sorprendente. Los elevados rendimientos que ofreció durante 2023 y parte de 2024 fueron una consecuencia directa de los altos tipos de interés impuestos por el Banco Central Europeo (BCE) en un contexto de crisis económica.
En primer lugar, estamos viendo un cambio significativo en las políticas gubernamentales a nivel global. Desde el Acuerdo de París, y especialmente en los últimos años, los gobiernos han intensificado sus esfuerzos para combatir el cambio climático.
En primer lugar, es crucial entender que los planes de pensiones se diseñaron como un instrumento de ahorro a largo plazo con importantes ventajas fiscales. Cuando realizamos aportaciones, obtenemos deducciones en nuestra base imponible del IRPF. Sin embargo, este beneficio tiene una contrapartida: el dinero queda “cautivo” hasta la jubilación, salvo en situaciones muy específicas.
En primer lugar, creo que España ha alcanzado un punto de madurez en su ecosistema emprendedor. Durante la última década, hemos visto cómo las startups españolas han evolucionado desde proyectos locales hacia empresas con ambiciones globales, capaces de atraer capital extranjero.