';

Notas de Prensa

Diversificación, Rentabilidad y Valor Añadido
Inversiones Maslosa / Actualidad / Notas de Prensa / Francisco Massó Losa (In Memoriam)
Fecha: 11/03/2024
Categoría: Notas de Prensa
FRANCISCO MASSÓ LOSA
IN MEMORIAM

Leal, idealista y soñador

Primeramente, en nombre de mi padre y de toda la familia, de todo corazón os traslado el orgullo que siento por vuestras muestras de cariño, cercanía y afecto.

Hay una bella carta, atribuida a San Agustín de Hipona, que dice al referirse a la muerte:

“No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudierais ver desarrollarse ante vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pudierais contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!

 

Creedme; cuando la muerte venga a romper vuestras ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban y, cuando un día que Dios ha fijado y conoce, vuestra alma venga a este Cielo en el que os ha precedido la mía, ese día volveréis a verme, pero transfigurado y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando con vosotros por los senderos nuevos de la Luz y de la Vida”.

Probablemente no debería un hijo hacer la semblanza de su padre fallecido porque hay ocasiones, donde las palabras no alcanzan a describir lo que el alma pretende decir, ni la nostalgia debe superar a los recuerdos.

2024 quedará grabado para siempre en mi memoria y recordado como el año en el que mi padre, mi amigo, confidente, consejero y maestro, emprendió el viaje para el que, más tarde o más temprano, todos seremos llamados.

Francisco Massó Losa, nació el 4 de enero de 1932 en Villarrobledo (Albacete) y tras recibir, como era su deseo, la extremaunción “sub conditione” y la bendición apostólica “in articulo mortis”, falleció el 16 de febrero de 2024, en Madrid, rodeado por sus seres queridos y en un ambiente de serenidad cristiana. Tenía 92 años.

Este hombre fuerte y de gran corazón, que luchó contra la adversidad, con valentía y determinación, en una vida que no siempre le fue fácil, nos ha dejado con un profundo vacío solo comparable a la gratitud con la que le recordaremos.

Su luz se apagó por una afección a la que se enfrentó con fuerza y coraje, fiel a su talante, llevando hasta las últimas consecuencias su optimismo, su positividad y sus ganas de vivir. Mi padre murió en mis brazos. Tuve la suerte de estar hasta el último momento a su lado. De despedir al hombre que me dio la vida, sostener su mano y desbordar todo mi amor por él. Sus últimas miradas fueron para mí.

Días antes me confesó no tener miedo a la muerte y que lo único que le preocupaba era verme sufrir. En su despedida quiso regalarme una última lección de vida y muerte y, también, de un amor infinito.

Es difícil despedirse de él, ahora que no está conmigo. Hoy ya no existe el hubiera y solamente me queda su recuerdo y sus palabras, aunque ya de manera ausente, siga estando más presente que nunca.

El fallecimiento de mi padre, aunque inesperado, tenía algo de previsible. Me hubiera gustado haber podido disfrutar aun más de su compañía, pero no por ello puedo dejar de reconocer la suerte y lo afortunado que he sido de haberle tenido en mi vida durante tantos años. Lo extrañaré más de lo que pueda expresar en este momento. Siento un inmenso dolor, pero también una profunda gratitud por lo vivido.

Cada día anhelo su voz reconfortante, la calidez de sus abrazos y sus palabras de consejo y aliento. Su presencia siempre fue un faro de luz en mi vida, llenándola de amor, sabiduría y ternura, ejemplo de integridad, sacrificio y determinación. Siempre será mi modelo a seguir, mi inspiración constante para ser una persona mejor.

Quisiera agradecerle por hacerme vivir momentos únicos e inolvidables. Quisiera agradecer sus enseñanzas, no expresadas en palabras, ni en la simple teoría, sino en hechos concretos, donde su valentía, esfuerzo y lucha estuvieron siempre presentes, teniendo a su familia como el componente esencial de su existencia. En la presencia, en la memoria, en el recuerdo, no se entiende el uno sin los otros.

Mi padre respondía a la perfección al prototipo de hombre hecho a sí mismo. Se le podría definir como un gran emprendedor, un trabajador incansable, con una excelente visión para los negocios y una persona fiel a los suyos. Fue un hombre extraordinario en todos los sentidos. Un hombre ávido de conocimiento, observador infatigable, alguien que supo vivir con intensidad y que me enseñó, con su ejemplo, a afrontar la vida, a ser independiente, a vivir con los ideales y convicciones con los que se crió y todo aquello que fue desarrollando a lo largo de su vida y ahora forma parte de un legado impagable escrito para siempre en mis genes.

Profundo, lúcido, brillante, pero sin asomo de ostentación, ni de orgullo. Parecía querer ocultar su talento prodigioso, su capacidad de síntesis, su intuición ante los temas más complejos y su extremado rigor.

Nació en el preámbulo de la guerra civil española, en el seno de una familia humilde donde, forzado por la necesidad, emprendió el camino del trabajo desde su infancia.

Su espíritu de independencia, le trasladó a Madrid desde su pueblo natal con tan solo 17 años, en busca de nuevas oportunidades y de un futuro mejor. Envuelto por una inteligencia natural, caminó por la vida aplicando sus principios vitales: ética, rigor, innovación, fomento del conocimiento… Su historia nos invita a soñar y nos muestra que los sueños con disciplina y perseverancia se cumplen.

Su carácter emprendedor, innovador, luchador y genuino, le incitó a combinar múltiples profesiones y actividades: célebre empresario, reconocido por ser mentor y artífice del despegue profesional de algunos de los artistas legendarios con mayor fama y proyección internacional, en la industria musical y cinematográfica, de la historia de nuestro país. Figura emblemática, en el universo de la alta joyería, vinculada a algunas de las firmas joyeras de mayor legado y tradición internacional, donde su encomiable capacidad para cultivar relaciones francas y duraderas, su presencia en eventos de alta sociedad, su colaboración con personalidades influyentes y su impecable imagen personal lo convirtieron en un embajador excepcional, representando y contribuyendo significativamente, durante décadas, al éxito y la reputación de algunas de las marcas más prestigiosas en el mundo. Su liderazgo férreo y carismático traspasó las fronteras del mundo empresarial, consolidando su impronta como un referente social de profunda influencia. Su huella transciende la mera participación y jerarquía de los consejos y estructuras de gobierno de las entidades a las que asesoró y formó parte y perdura en la historia del sector asegurador español, donde contribuyó a impulsar las bases para su próspero desarrollo, abogando por un modelo más justo y equitativo, donde la protección y el bienestar estuvieran al alcance de todos. Fue un trabajador incansable, con coraje y valentía para asumir riesgos siempre.

Muchas cosas podría decir de mi padre. Al evocar su personalidad, además de las ideas, iniciativas, actuaciones o su historia, debo subrayar su condición de persona. El ser humano es el molde y matriz de las ideas y los que hemos estado cerca de él, hemos tenido la fortuna de verlas palpitar y nacer. Mi padre fue un magnífico representante, un preeminente joyero, un eximio empresario, pero por encima de todo, una gran persona y un padre excepcional.

Un hombre bueno, de corazón limpio, pragmático y honrado a carta cabal. Autodidacta, con talento natural y formidable voluntad. Valiente, cordial, optimista y alegre. Lucía una sonrisa eterna. Limpio de toda vanidad.

La vida continúa ya sin él, pero su legado perdura en cada una de mis acciones. Me corresponde honrar su memoria viviendo una vida plena y significativa, siguiendo sus pasos, defendiendo los valores importantes que me enseñó como el amor a la familia, la honestidad, la honradez, la humildad, el trabajo y a tomar decisiones por mí mismo.

Su recuerdo vive en mí de manera imborrable y aunque ya no esté físicamente a mi lado, su sabiduría, su generosidad, su empatía y humildad permanecerán por siempre.

Me consuela pensar que mi padre no sintió la inmensidad de la oscura noche en la que penetró, ni las frías paredes donde yace. Al morir, dejó de sentir, de ver, de oír; hasta que vuelva a vivir no recordará, pero cuando despierte a la vida, los rostros de sus seres queridos que le acompañamos en aquel día, el amor con el que se despidió de nosotros renacerá con él, porque, así como vivimos juntos morimos también juntos, y él vivirá imperecedero en nuestra memoria hasta el día en que volvamos a vernos.

Papá, espero que escuches mis palabras con voz bien alta. Gracias ante todo por darme la vida, por permitirme no tener miedo y, a la vez, tenerlo cuando se necesita, por hacerme confiar en que a pesar de las adversidades no había nada de que preocuparse. Gracias por cuidar siempre de mí, por los abrazos infinitos y por los besos, antes y después de dormir. Gracias por permitir que nunca me faltase de nada, por confiar en mí, por demostrar siempre el amor que me tuviste, por enseñarme a dar mis primeros pasos y a montar por vez primera en bicicleta, por enseñarme que el amor es la fuerza más grande que existe, por enseñarme a afrontar los problemas con entereza y a saber responder ante cada imprevisto. Gracias por enseñarme a valorar lo material e inmaterial, por ser el ejemplo perfecto de esfuerzo y sacrificio, por tu apoyo incondicional, por tu protección, por valorarme, por mimarme hasta límites insospechados, por tener los mejores recuerdos que un hijo puede tener, por ayudarme a ser realista y saber tener los pies en la tierra. Gracias por tus llamadas a cualquier hora, por jugar conmigo, por regañarme cuando algo estuvo mal hecho, por motivarme a la hora de trabajar. Gracias por tus conversaciones, por hacerme crecer como persona, por ser agradecido con todo y con todos, por enseñarme a ser quien soy, por creer en mí, por ser un ejemplo como padre. Gracias por hacerme feliz, por tanto. Gracias por concederme el honor y el privilegio de ser tu hijo.

Siempre extrañaré tu mano, cuando no sepa que camino tomar.

GRACIAS PAPÁ. ¡Qué Dios bendiga tu alma noble! Descansa en paz.

Francisco Massó Mora | Iglesia Nuestra Señora del Carmen, Pozuelo de Alarcón.

CONTENIDO RELACIONADO
FRANCISCO MASSÓ LOSA | UN LEGADO DE INSPIRACIÓN.
Notas de Prensa
FRANCISCO MASSÓ LOSA | SOÑAR UNA VIDA, VIVIR UN SUEÑO.
Notas de Prensa
PEDRO MARTÍNEZ CUTILLAS (1931-2021) | IN MEMORIAM.
Notas de Prensa

(+34) 916 683 706 | info@maslosa.com